Prof. Terry Young

 

Siempre he cruzado fronteras: mis padres procedían de ambos lados del Atlántico; mi infancia transcurrió en Oriente Próximo, el Reino Unido y Estados Unidos; mi primera licenciatura fue con matrícula de honor; la escuela incluyó clases particulares, colegios especiales y educación pública (aprendí la letra del Himno de los Marines, así como la de I vow to thee my country); y mi investigación doctoral fue un proyecto de electrónica en un departamento de física. La vida en la frontera te deja unos conocimientos tan desiguales como amplios.

La vida en I+D forjó una sólida mentalidad de gestión: cuentas mensuales; entrevistas; revisiones y ser revisado; planificación empresarial; modelos de costes; y suficiente experiencia en simulación como para ganar un premio y hablar en conferencias mundiales. Más tarde, dirigí talleres de estrategia que entregaban documentos escritos, para la junta, si era necesario, además de los recuerdos y rotafolios desbordantes.

También me dejó un enigma: ¿cómo saber lo que vale realmente la investigación?

Ser profesor me brindó nuevas oportunidades de aprendizaje, como crear una unidad de negocio para gestionar subvenciones multimillonarias en varias universidades (cuando cada una gestiona sus subvenciones de forma diferente). Otro aprendizaje fue cómo dirigir en un mundo en el que todos los coinvestigadores eran mejores académicos que yo. También aprendí nuevas disciplinas: sociología y economía de la salud, por no hablar de la oportunidad de dedicar tiempo a cosas de las que ya sabía algo: sistemas de información, modelización y gestión de proyectos.

La enseñanza era nueva. ¿Cómo se evaluaba una redacción? ¿Por qué la mayoría de los esquemas de calificación reflejaban tan poco lo que uno observaba con una pila de guiones delante? ¿Cómo establecer una evaluación que permitiera a los estudiantes aprender más sobre el tema y demostrar al mismo tiempo lo que habían aprendido?

He intentado, pues, centrarme en habilidades reutilizables y ser curioso. No se puede llegar lejos sin un marco decente, ya sea evaluando propuestas, valorando estudiantes o planificando una carrera. No puedes dirigir si no sabes gestionar; para eso hace falta intuición empresarial. Aun así, las personas son lo más divertido de cualquier trabajo, además de ser lo que más probabilidades tiene de sacarte de quicio.

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